Agua y grasa son precisamente las sustancias empleadas por científicos de la Universidad de Oxford para crear la pequeña esfera, que en el futuro podría servir para crear capas de tejido compatible con el cuerpo humano.
Uniendo minúsculas gotitas de agua encapsuladas por una cubierta de lípidos (con un diámetro de 50 micras) y con la ayuda de una impresora 3D especial, los investigadores del centro británico creen haber desarrollado «un nuevo tipo de material» que en el futuro podría ser utilizado para enviar medicamentos a partes concretas de nuestro cuerpo, rellenar tejidos dañados e incluso reparar las autopistas electroquímicas de nuestras redes neuronales utilizando poros de proteínas impresos. Como puedes ver, el potencial para la ciencia médica de estos diminutos bloques de Lego orgánicos es casi ilimitado, pero es que además poseen una ventaja sustancial frente a los injertos de auténtico tejido biológico: no poseen ADN alguno, de forma que cuestiones como las líneas morales trazadas en torno a las células madre son totalmente irrelevantes.
Hasta el momento la Universidad de Oxford ha conseguido agrupar hasta 35.000 microesferas, pero en teoría se podrían crear bloques de tejido compatible de cualquier tamaño. El dinero parece ser el único límite, aunque eso no debería ser un gran problema si esta nueva tecnología consigue demostrar con pruebas su potencial en las mesas de operaciones.
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