Cuando Painkiller salió en 2004 se convirtió rápidamente en un clásico dentro del mundo de los shooters. Desarrollado por People Can Fly, el mismo estudio que más tarde trabajaría en Bulletstorm y Outriders. El juego era el caos en carne viva, niveles frenéticos, toneladas de enemigos demoníacos, armas exageradas y jefes gigantescos. Un combo perfecto para los fans de DOOM.
Con los años, Painkiller tuvo varias expansiones y relanzamientos, pero nunca una verdadera secuela que capturara el espíritu del original. En parte, porque People Can Fly fue absorbiendo otros proyectos con estudios grandes como Epic Games.
Recién ahora, más de 20 años después, la franquicia vuelve al ruedo. Pero no lo hace con una continuación directa, sino con un reboot total bajo el sello de Saber Interactive. Los mismo que hicieron World War Z y Space Marine 2. Ahora, con una propuesta más enfocada en el juego cooperativo online, muy diferente al original.
El Painkiller de 2025
Painkiller vuelve con una nueva cara, una propuesta renovada y una jugabilidad como ya dije, orientada al co-op online. Y la verdad es que el resultado deja sensaciones encontradas. Esta nueva versión abandona el estilo boomer shooter original. Ahora es un FPS por sesiones, donde se prioriza el armado de loadouts, el juego en equipo y las partidas cortas.
Por si te preguntaste que es el Loadout, es básicamente tu kit de combate, las armas, mods y cartas que elegís antes de cada misión. Este sistema es clave porque determina cómo vas a encarar cada enfrentamiento.
La historia, queda bastante desaprovechada. Vamos a jugar como uno de los Campeones, un alma condenada al Purgatorio por desafiar el orden celestial. Desde ahí, el objetivo es frenar la invasión del ángel caído Azazel y sus Nephilim. El problema es que, más allá de esta intro y algunos diálogos durante las misiones, no hay mucho más para sostenga el interés narrativo. La mezcla de humor con drama tampoco ayuda, se siente forzada y poco clara.
Buenas intenciones, ejecución floja
Painkiller 2025 tiene misiones que duran de 15 a 30 minutos. Un modo roguelike llamado Angel Rebelde, y un sistema de progresión basado en desbloqueo de armas y cartas tipo las de tarot. Las partidas se dividen en raids, tipo misiones de historia, y arenas aleatorias donde enfrentamos oleadas de enemigos y jefes.
Angel Rebelde aporta algo de variedad con arenas generadas de forma aleatoria y jefes sorpresa, lo cual en teoría debería incentivar la rejugabilidad. Pero en la práctica, la experiencia se siente parecida a la campaña, solo que con más caos. El problema está en que la estructura de misiones se vuelve repetitiva rápido, sin sorpresas que renueven el interés tras unas pocas horas.
El gunplay no lo hace bien, las animaciones son básicas, y el movimiento es demasiado flotante. En un género donde disparar y moverse debe sentirse visceral y preciso, esto se nota muchísimo. Y como es un juego pensado para repetir sesiones, si el núcleo jugable no engancha, se cae todo lo demás.
Sistema de progresión
Aunque hay muchas armas para desbloquear, con mods que alteran su comportamiento, el impacto real de esas mejoras es mínimo. Muchas veces, dos mods distintos cumplen el mismo rol con un skin diferente. Además, como solo podés llevar dos armas, la variedad es poca en la práctica, casi siempre vas a elegir una de control de masas y otra para elites o bosses.
Lo mismo pasa con el sistema de personajes. Hay varios Campeones con pasivas distintas, pero las diferencias no cambian realmente tu estilo de juego. Y encima, si otro jugador ya eligió al personaje que querías, te quedás sin opción. Es un sistema restrictivo que no suma nada interesante, y que frustra más de lo que aporta.
El uso de cartas tipo tarot para obtener buffs en cada misión parece una buena idea, pero también se siente pobre. Aporta algo de estrategia, sí, pero no lo suficiente como para compensar la falta de profundidad general.
Gráficos y audio
Yo probé el juego en el INTEL TECH TOUR, en una de las laptops que tenían el procesador Phanter Lake. En ese momento me pareció genial, era solo un nivel. La laptop con la que se estaba jugando tenia la nueva GPU integrada de INTEL, Xe3. Y lo estaban jugando a 1080 con todo a full, todo muy fluido, pero en ese momento no se podían ver los FPS.
Ahora lo pude probar también con un CPU INTEL, el CORE ULTRA 7 265K, y la GeForce RTX 5090. En 4k tenemos unos 212 FPS, por lo que ya les digo que se ve tremendo. Pero el juego no pide mucho, en 2K tenemos 297 FPS y a 1080 superamos los 350 FPS.
El juego para recomendado pide una GeForce RTX 3060 Ti.
A nivel gráfico, Painkiller cumple. Los escenarios son correctos, pero no tienen personalidad. El diseño artístico se queda a medio camino, quiere ser un Doom, pero le falta mucho, no tiene una identidad clara. Eso sí, las armas y los personajes tienen buena facha, con detalles y texturas bien trabajadas.
En el apartado sonoro, el trabajo es muy bueno, y la música es lo mejor. Las voces están bien elegidas, con una mezcla entre épico y sarcástico, que funciona, y el soundtrack acompaña bien la acción.
Conclusión ¿Vale la pena gastar 24 dólares?
El juego cuesta 40 dólares en USA o EUROPA y ese precio creo que es una locura. Pero en Argentina en STEAM lo están vendiendo por 24 dólares, en ese precio parece bien, un juego para jugar con amigos. Tiene modo offline, misiones cortas, desafíos diarios y un puñado de cosméticos desbloqueables. Pero la realidad es que la progresión aburrida y la falta de peso en los combates hacen que sea difícil recomendarlo.
Painkiller 2025 no es un mal juego, pero carece de identidad propia. Toma ideas de muchos otros títulos, sin aportar nada que lo haga destacar. Es el típico shooter cooperativo que se deja jugar un rato y después cae en el olvido. Es otro de esos juegos que quizás compres y no juegues mas de una hora o dos.
Creo que es injusto compararlo con DOOM o un Quake. Pero no se, comparado con Warhammer 40,000 Darktide, Painkiller se queda corto en mecánicas, rejugabilidad y diseño. Quizás con parches y contenido nuevo pueda mejorar, pero hoy por hoy, hay opciones mucho mejores en el género.
