¿Qué pasaría si la gente de Studio Ghibli (o tal vez Disney, si se prefiere) decidiera hacer un clon de Metroid? La respuesta a tan maravillosa pregunta sería sin lugar a dudas Ori and the Blind Forest, un título para Xbox One y PC, desarrollado por Moon Studios, que salió al mercado en marzo de 2015. Ahora, un año después, Moon lanza al mercado virtual la «versión definitiva» de su obra maestra, astutamente nombrada «Ori and the Blind Forest Definitive Edition».
Resumiendo un poco las virtudes del juego original para todos aquellos que durante este año no hayan podido -o no hayan querido- probarlo (Y si no quisieron probarlo me veo obligado a preguntarles ¿¿Qué problema tienen??), el juego cuenta la historia de Ori, un espíritu guardián, y su travesía para devolver la vida al árbol del espíritu y consecuentemente al bosque de Nibel, el cual fue sumido en la obscuridad por Kuro, la representación alada de la obscuridad. La historia que en principio parece totalmente plana y casi unidimensional eventualmente da algún giro interesante, y por fortuna es poco lo que se mete en el camino de la acción. Sin lugar a dudas lo que más hizo destacar a Ori de entre otros Metroidvanias fue el apartado artístico realmente sorprendente. Tanto a nivel visual como sonoro el juego era un deleite de principio a fin, contando con un apartado gráfico realmente increíble y unas melodías asombrosas. Más allá de eso el título seguía casi sistemáticamente el esquema de progresión de todo Metroidvania, tildando todos los casilleros obligatorios del género, y destacándose más por la belleza que se plasmaba en la pantalla que por su originalidad, pero que por fortuna al final formaba un paquete completo que era sumamente disfrutable.
Si bien originalmente el título obtuvo -muy merecida- aclamación popular, contaba con una buena cantidad de bugs y decisiones extrañas para un título de su género las cuales no se terminaban de entender e inclusive hacían cuestionarse si la gente de Moon Studios comprendía las reglas del juego o había terminado el proyecto a las apuradas. El objetivo de esta nueva edición es solucionar estas cuestiones que habían quedado pendientes en el original, pero sin modificar el núcleo de la experiencia. Para empezar el juego sigue siendo tan bueno como lo era hace un año: el arte sigue siendo un espectáculo visual bidimensional; la música es profunda y conmovedora; la historia es emotiva (tal vez demasiado, ya que no duda en dar golpes bajos en cada oportunidad posible, una práctica la cual asimilaron muy bien de los estudios de los cuales tomaron la inspiración artística), y el control es rápido y preciso. Entre las novedades de esta expansión encontraremos la posibilidad de transportarnos entre los Spirit Wells, función la cual nos evita perder tiempo corriendo por todo el mapa, y que a su vez permite volver a revisar partes del mapa que originalmente quedaban bloqueadas una vez pasados ciertos puntos sin retorno, un agregado realmente bienvenido ya que era frustrante encontrarse con que era imposible buscar algún ítem que habíamos dejado olvidado. Fueron agregadas también dos zonas adicionales (aunque completarlas no es requerimiento para terminar el juego, pero si para hacerlo al 100%) las cuales profundizan la historia de Naru -la «madrastra» de Ori- y que por fortuna presentan mecánicas de juego no vistas en el título original. En estas zonas también podemos encontrar dos nuevos poderes, uno de los cuales es necesario para destrabar todos los ítems, y otro el cual permite desplazarse más rápidamente por el mapa. Para cerrar fue también agregada la opción de elegir dificultades, ya que muchos se quejaban de la complejidad del original, ahora podremos elegir desde «Fácil» hasta «Una Vida», un modo obscenamente desafiante cuyo nombre describe apropiadamente la maldad del mismo.
Tal vez lo más extraño de esta expansión es que no es un DLC en sí mismo, sino un título totalmente nuevo, así es que las personas que tengan el original y tengan ganas de probar esta edición solo van a poder descargarlo abonando una diferencia. Vale la pena mencionar que nada se transfiere del título original, ni logros, ni partidas guardadas, absolutamente nada, así que para aquellos interesados sepan que deberán empezar todo de vuelta, experiencia poco traumática si tomamos en consideración que el juego no es demasiado largo (la primera partida puede tomarnos aproximadamente 10 horas si decidimos buscar todo, pero el juego se puede completar sin problemas en menos de 3 horas, y de hecho hay un logro en base a eso -otra amorosa referencia a Metroid -). De la misma manera, para los que hayan jugado al original y estén interesados en el puntaje virtual, esta es una nueva oportunidad para duplicar sus logros (con algunos extras para ajustarse a los agregados), un punto seguramente más que llamativo para los cazadores del puntaje virtual.
Para cualquiera que se haya abstenido de jugarlo hace un año Ori and the Blind Forest Definitive Edition es una compra obligatoria, el juego es un hermoso representante del género y los agregados lo hacen un exponente todavía más sólido que antes. Para aquellos que ya tengan el original la decisión es un poco más difícil y depende de cada caso, si bien el juego cuenta con zonas agregadas las mismas no aportan demasiado al grueso del juego, y los nuevos poderes tampoco cambian significativamente el desarrollo de la aventura, pero si tienen ganas de volver a experimentar el título y descubrir cosas nuevas, la edición definitiva es la manera más apropiada de hacerlo.
Plataforma utilizada para la Review: Xbox One