Hablar de Ninja Gaiden es hablar de historia, del género hack and slash. Nació en los 80 como un arcade, renació en 2004 bajo el mando de Tomonobu Itagaki y Team Ninja. Y desde entonces se volvió sinónimo de brutalidad y desafío extremo. El primer Ninja Gaiden moderno fue una revolución, velocidad, reflejos y combate sin piedad. Su secuela, Ninja Gaiden II, regreso con más sangre, más enemigos y un sistema de desmembramiento que aún hoy se siente impresionante. Durante años, Ryu Hayabusa fue el ninja definitivo del gaming.
Pero todo guerrero tiene su caída. Ninja Gaiden 3 intentó modernizar la fórmula y perdió el rumbo, demasiada cinemática, poca alma. El combate se volvió repetitivo y la dificultad, un recuerdo lejano. Los fans se sintieron traicionados, y por más que Razor’s Edge mejoró algunas cosas, el daño ya estaba hecho. Durante más de una década, la serie quedó dormida, convertida en un mito de los años dorados de la acción japonesa.
Un regreso con sangre nueva
Ya no es un título exclusivo de Team Ninja. Ahora PlatinumGames se sumó al proyecto como desarrollador principal, con Team Ninja (y en menor medida, Microsoft) en rol de apoyo. Una combinación soñada, pero teníamos dudas. Platinum venía de altibajos recientes, y tenia miedo de que se desvirtuara la esencia de Ninja Gaiden. Por suerte, estoy equivocado. Ninja Gaiden 4 se siente exactamente como debe sentirse un Ninja Gaiden, brutal, y adictivo.
Esquivar, hacer combos, decapitaciones, es lo normal en el juego. Todo fluye con esa mezcla perfecta de desafío y satisfacción que define a la saga. Es un ejemplo de violencia exagerada con elegancia, sin perder foco en lo que importa, una jugabilidad con acción pura y ajustada al milímetro. No hay loot, ni mundo abierto, ni árbol de habilidades. Solo niveles y sangre. En una industria saturada de juegos de mundo abierto, progresión tipo RPG, historia cinematográfica y loot por doquier. Ninja Gaiden 4 se siente como una bocanada de aire fresco.
Acción clásica
Cada nivel sigue una estructura, algo de plataforma, hordas de enemigos que te exigen al máximo y, finalmente, un jefe. Puede sonar repetitivo, pero el loop es tan bueno y disfrutable que no cansa nunca. En mi primera pasada (modo normal) podes tardar unas 13 horas, y aunque hay contenido post-créditos, te quedas con ganas de más. No porque falte, sino porque no quería que terminara.
El movimiento es otro punto fuerte. Rápidamente vas sumando herramientas ninjas que amplían las posibilidades, gancho, alas para planear, surf sobre escombros y hasta grindear sobre rieles mientras trenes te rozan la espalda. Algunos tramos combinan todo eso en secuencias que son puro espectáculo, adrenalina, ritmo y precisión quirúrgica.
Nuevo protagonista
El cambio más importante, y posiblemente el más polémico, es que Ryu Hayabusa ya no es el protagonista principal. En su lugar, aparece Yakumo, un joven ninja del clan Raven. Y aunque Ryu tiene un breve momento jugable dentro de la historia, este es el juego de Yakumo. Platinum apostó fuerte, y tiene sentido, renovar la saga sin perder el legado. Diez años después, introducir una nueva figura ayuda a que más jugadores se sumen sin sentir que necesitan ponerse al día con la historia.
El problema es que Yakumo carece de carisma. Es demasiado frío, casi robótico, y cuesta conectar con él. Sus compañeros intentan compensar eso con energía y humor, pero el guion no termina de sostenerlos. La historia en general es el punto más flojo del juego, correcta, funcional, con momentos que intentan ser emotivos sin lograrlo del todo. Entre jerga ninja, facciones y enemigos místicos, el argumento cumple, pero no destaca.
Brilla y por mucho el combate
Al final, nadie juega Ninja Gaiden por la historia. Lo que importa está en los enfrentamientos, y Ninja Gaiden 4 es bueno en todo esto. El sistema de combate es rápido, técnico y brutal. Tras terminar la campaña, podés repetir niveles, usar las cuatro armas desbloqueadas o incluso jugar como Ryu, con su set clásico. Curiosamente, Yakumo ofrece una experiencia más completa y visceral, pero el regreso de Ryu se siente como un tributo merecido.
El juego también tiene tablas de clasificación online, ideales para los fans que buscan dominar cada nivel y presumir puntuaciones.
Dificultad y modos
La dificultad es, como siempre, parte esencial del ADN de Ninja Gaiden. En modo normal, el reto es exigente pero justo. Para los nuevos jugadores hay un modo asistido, que ayuda a aprender comandos y dominar el ritmo sin penalizar demasiado. Una buena idea para atraer a más público.
Y para los veteranos, al completar la campaña se desbloquea el modo Master Ninja, donde los enemigos no solo golpean más fuerte, sino que cambian sus patrones de ataque, obligando a reaprender todo. Es el desafío definitivo.
Rendimiento
El apartado gráfico apuesta por una estética excelente. Los modelos y texturas, cumplen con creces su función. Acompañar al ritmo frenético, los efectos de partículas y los cortes cinematográficos de cada ataque de manera impecable.
En PC, la versión que probamos funcionó sin inconvenientes. Utilizamos un INTLE CORE ULTRA 7 265K y una RTX 5090. El juego corrio sin problemas a mas de 152 FPS en 4k, y con DLSS llego a los 210 FPS. Esta bien optimizado, mantuvo una fluidez constante, también con tiempos coherentes.
Por otro lado, la cámara merece un reconocimiento, mantiene la acción siempre clara, incluso cuando el campo de batalla se llena de enemigos. Y las escenas cinemáticas que acompañan los ataques especiales logran amplificar el impacto visual sin romper el ritmo, dándole al juego ese toque épico justo, sin abusar de las animaciones largas.
Conclusión
Ninja Gaiden 4 honra lo tradicional, la espada y mucha sangre. El juego recupera la esencia que hizo grande a la saga y la traslada a una experiencia moderna y visualmente genial. El apartado gráfico apuesta por un estilo estilizado, con buena fluidez y una cámara que mantiene la acción clara incluso en los momentos más caóticos. El rendimiento fue impecable, reflejando el compromiso del equipo con el combate y la respuesta inmediata.
La dirección artística complementa el tono sangriento y veloz del juego, con animaciones impactantes y efectos de partículas que le dan identidad. El audio acompaña bien, cada tajo y cada grito suenan donde deben.
Narrativamente, Yakumo y Ryu se equilibran bien. El primero aporta aire nuevo, mientras el segundo sostiene el legado. Es cierto que la historia no despega todo lo que podría. En una industria que insiste en complicar las cosas, Ninja Gaiden 4 vuelve a las bases y gana. Es una experiencia pura, sin relleno ni artificios, que demuestra que el hack and slash clásico aún tiene mucho que decir.
Para quienes extrañaban los tiempos en donde nuestros reflejos tenían que ser buenos, combos, esta es una recomendación directa. Además, vi que está en Game Pass, algo bueno para los que pagan la suscripción.



























