Assassin’s Creed Chronicles Russia es la última entrega de trilogía en 2.5D, que en las dos primeras ediciones nos llevó de paseo a China e India. La coherencia de este combo se refleja no sólo en el gameplay, sino también en la estética de lo exótico: en el caso de China el sentido pictórico de la imagen está traducido por el uso de la tinta negra, en India resalta el arte típico del “mehandi” y los colores llamativos; y por último en Rusia la estética se centra en los pósters de la propaganda de la URSS.
El protagonista en esta entrega es Nikolai Orelov, un asesino de la hermandad rusa activo a finales del siglo XIX y principios del XX. La trama es simple y poco efectiva: la relación romántica heterosexual que aparecía en ACC India se ve trocada por una relación padre/hija en la que el protagonista se siente compelido a cuidar a Anastasia, la única hija sobreviviente de la familia del zar Nikolai Romanov, ejecutada por los bolcheviques en la revolución rusa de 1918.
La trama está llena de giros que van desde el cliché hasta lo bizarro. El disparador de la historia es un lugar más que común: Nikolai acepta su último encargo (recobrar la Precursor Box de la familia zarista capturada por los bolcheviques) para conseguir los documentos y medios económicos que posibilitarán a él y su familia a emigrar a los Estados Unidos. Si bien ésta es una crítica a un videojuego, no puedo dejar de mencionar lo tendencioso (política e históricamente hablando) de esta propuesta. Este sentido arbitrario y obvio de la historia está presente en todos los detalles SPOILER ALERT- (hasta el punto de presentar a Trotsky como un amigo traicionero de Nikolai a quien no le importa la vida de una pobre niñita y sólo le interesa la revolución del proletariado ,¡Ordena tus prioridades Trotsky) FIN SPOILER ALERT-
Los controles de este juego son realmente un problema, lo que convierte a la precisión -a nivel de pixel- y la paciencia (prueba-error) en claves del juego. Los personajes deben sortear secuencias enteras que duran varios minutos en las que abundan los obstáculos repetitivos y escasean los checkpoints, para al fin simplemente alcanzar un camión que los transporta unos pocos metros o un ascensor que apenas los sube/baja dos o tres pisos. En este caso la técnica prueba-error hace que el estilo de juego sea redundante; para colmo el entorno estético no aporta variedad ni novedad: la paleta de colores es restringida, predomina el rojo y los tonos de grises, y con el correr del el juego ésta idea pictórica se neutraliza y pasa a generar un ambiente aburrido y hasta opresivo. Incluso a nivel sonoro ocurre algo similar: en las anteriores ediciones se echó mano de los rasgos estereotipados de la música de China e India, beneficiando a la ubicación del jugador en tiempo y espacio; en este caso se decidieron por una música minimalista que dice poco y nada sobre la cultura rusa (en particular bolchevique), y remite más a un contexto siniestro o post-apocalíptico.
Las mecánicas de juego son similares a las de las hermanas de ACC Russia: esconderse de los conos de visión de los enemigos, colgarse de techos, resguardarse en escondites, correr, saltar, y pegar alguno que otro tiro/puñalada. En oportunidades el protagonista accede a tomar el rol de francotirador con una cámara en primera persona; ésta es la única variación de gameplay durante toda la odisea. Las mejoras en las habilidades dependen de la performance del jugador, que recibe una calificación según su estilo (Assassin, Silencier, Shadow) luego de cumplir cada objetivo. Una vez terminado el juego se habilita el modo new game plus, que es el modo difícil pero comenzando con las habilidades y upgrades ya adquiridas.
En este juego la novedad pasa por la posibilidad de usar dos personajes. Al entrar en contacto con la caja que nuestro protagonista debe recobrar, Anastasia accede a una especie de trance que se manfiesta en episiodios, en los que la iracunda luchadora Shao Jung (protagonista de ACC China) toma su cuerpo y mente. Ante esta situación Nikolai se siente responsable por la niña, quien -por otro lado- le recuerda a su propia hija, y se compromete a ayudarla a escapar de los bolcheviques via Estados Unidos (en este punto podemos llamarle directamente La tierra prometida) incluso al costo de enfrentarse a su propia hermandad. La dulce princesita rusa devenida en asesina y la recurrencia de Shao Jung como una mujer al borde del ataque de nervios hace que la participación de Anastasia en la historia sea un cliché desafortunado. La única ventaja que este personaje le aporta el juego es la posibilidad alternar asesinos en un modo single co-op: Anastasia puede utilizar los poderes de ocultamiento heredados de Shao Jun y sólo posee una daga, mientras que Nikolai posee un rifle, bombas de humo, y un gancho eléctrico que sirve para derribar obstáculos y electrificar determinados objetos.
ACC Russia es un juego esencialmente chato desde el gameplay, la narración, y la estética. La repetición es la clave, en todo sentido… incluso si nos ponemos a hilar fino uno se harta de escuchar los acotados temas de conversación de los soldados bolches (“How is youR famely?” o “WheR aR you fRom egeN? – Omsk”). En resumen, lo que me llevó a terminar este juego fue una mezcla de fascinación por lo ofensivo de la trama, obsesión por la dificultad de la prueba-error llevada al paroxismo -en el que el programador te obliga a usar su solución-, y un simple síndrome de Estocolmo. El juego ya esta disponible para Xbox One, Playstation 4 y PC y PS Vita.