Te gustaría obtener mucho dinero jugando durante horas a los mejores videojuegos del mercado meses antes de que éstos vean la luz? No puedo escrudriñar su mente pero estoy seguro de que el 99% de las personas que lean las primeras frases de este texto dirán que sí. Es sin duda uno de los trabajos que, a priori, tienen un mayor poder de atracción. Y digo bien, a priori, puesto que la labor del probador de videojuegos puede convertirse en tediosa y repetitiva al basarse en la prueba reiterada de los desarrollos para evitar que alguno de sus fallos llegue hasta el usuario final.
El ‘tester’ de videojuegos, como se conoce a aquellos que trabajan realizando estas labores, es el encargado de jugar una y otra vez los diferentes niveles para, de esta manera, encontrar los posibles errores y pulir todos los detalles del producto. Estos probadores trabajan mano a mano con los programadores, reportándoles los errores que encuentran durante el transcurso del juego para que éstos los corrijan. Existen, al menos, tres tipos de probadores: el ‘tester’ de traducción, el ‘tester’ de funcionalidad y el ‘beta tester’.
Más allá de los problemas de concentración que conlleva realizar una tarea repetitiva, el principal contratiempo para este perfil profesional es la discontinuidad del volumen de trabajo y los sueldos bajos. Los que se dedican a esta labor pueden alternar épocas de una enorme carga de trabajo en la que las horas extra sean la tónica habitual con otras en las que la producción se pare por completo, en virtud de las exigencias de la empresa que produce el juego.
Entre los requisitos que se le exigen a un ‘tester’ destaca su conocimiento de los videojuegos, su capacidad de observación y concentración, para así encontrar los fallos más escondidos y un buen nivel de inglés puesto que la mayoría de los títulos se crean en este idioma.
El ‘tester’ encargado de la traducción
Se ocupa de que el cambio de lengua del juego sea perfecto y evita errores de escritura o concordancia. Su trabajo abarca desde los diálogos de los personajes hasta los menús de texto o incluso de que el omnipresente vocablo inglés ‘loading’ esté traducido por ‘cargando’. En ocasiones su trabajo engloba también la obligatoriedad de que los textos sean legibles y que la tipografía sea la adecuada para mejorar esta última característica.
El ‘tester’ de funcionalidad
Se encarga de que el videojuego sea jugable. Recorre todos los rincones del juego para realizar las acciones más diversas, inverosímiles e incluso idiotas que se le ocurran puesto que el juego debe estar preparado para las más disparatadas ideas de los usuarios. Algunas funciones también se testean automáticamente, en un proceso programado por el ‘automation QA’ de la empresa, por ejemplo la inserción de vídeos en el juego.
El penúltimo paso: el ‘beta tester’
Comprueba que el producto está listo para ser lanzado. Se trata del penúltimo escalón antes de que el videojuego aparezca en las vitrinas de las tiendas especializadas. No suelen ser informáticos ni especialistas quienes realizan estas prueba, sino algunos de los mejores jugadores de videojuegos o clientes vip de las empresas que, en ocasiones no cobran por esta actividad, sino que es un premio a su devoción o pericia en los juegos.